sábado, 1 de octubre de 2011

Entre truenos y relámpagos

Hace una semana leí la siguiente cita del escritor búlgaro, Elías Canetti: "Una tormenta que dura toda una semana. Una oscuridad constante: sólo podemos leer entre relámpagos. Hemos de recordar e ir uniendo lo que leímos a relámpagos".

Hay palabras que juntas condensan la longitud de los años. Palabras que tienen el peso de una época.

Las palabras de Canetti me recordaron aquel territorio de una patria denominada infancia. Soy de la generación que nació entre relámpagos y truenos. Durante la furia intempestiva del tormentoso escarmiento.

No voy ahondar en escabrosos detalles. Hoy, prefiero abogar por la política de la justa memoria que propone Paul Ricouer. Aquella que nos preserva de los constantes abusos a los que nos someten los memoriosos y olvidadizos.

Hay semanas que pueden transformarse en años, décadas y hasta en siglos. Y al revés, hay siglos que pueden esfumarse en un segundo.

Es inútil. Aunque se ilusione, el ser humano no puede medir el tiempo. El almanaque no cuenta los días, tan solo cuantifica la angustia.

Angustia que nos acompaña desde aquellos oscuros días, entre truenos y relámpagos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario