jueves, 15 de noviembre de 2012


Vidas de perros

El lunes 12/11 pasado en la ciudad de Villa Constitución, provincia de Santa Fe, Cristina Fernández disparó la siguiente frase: ““Es una señal de cómo anda un país, que aumente la producción de alimentos para mascota. Cuando se le puede dar de comer a las mascotas, es porque está comiendo también el pueblo”.

Hace tiempo que no escuchábamos una frase tan infeliz como ésta. Máxime si tenemos en cuenta que Argentina es un país donde hay mucha gente que no come y perros que sí lo hacen. Bueno, en realidad no hace tanto tiempo. Recuerdo que en febrero de este año, luego del Cromagnon ferroviario en estación Once que tuvo un saldo de 51 muertos y más de setecientos heridos, Cristina Fernández lanzó: "Antes no se viajaba porque ni siquiera tenían adónde ir” en alusión a que los trabajadores viajan abarrotados porque ahora tenían trabajo.

Hay una concepción que subyace detrás de esas frases dichas por la Presidenta. Una concepción por cierto gorila, muy gorila. Que muestra un profundo desprecio por las desgracias que cotidianamente viven cientos de miles, sino millones, de compatriotas.

Según datos oficiales del INDEC publicados el 25/09 y que corresponden a los resultados del primer semestre de 2012, arrojados por la Encuesta Permanente de Hogares (Incidencia de la pobreza y de la indigencia) para un total de 31 aglomerados urbanos, por debajo de la línea de pobreza había 389.000 hogares, que incluyen a 1.650.000 personas (no se registran datos sobre mascotas). De ese conjunto de hogares, 150.000 se encuentran por debajo de la línea de indigencia, con  443.000 personas.

Al menos, a la Presidenta se le escapó éste dato oficial (no lo fabricamos los opositores): 443.000 compatriotas que no pueden comer o tienen serias dificultades para hacerlo ya que no tienen los ingresos suficientes para costear el valor de una canasta básica alimentaria. Canasta básica alimentaria que en Octubre se fijó en $713,01 para un hogar de cuatro miembros, compuesto por un jefe varón de 35 años, su esposa de 31 años, un hijo de 5 y una hija de 8 años. Para ese mismo tipo de hogar, el valor de la canasta básica total se fijó en $ 1587,61.

Los lectores sacarán sus propias conclusiones. Todos sabemos si, durante el mes de Octubre,  con $714 un hogar de cuatro personas dejaba de ser un hogar  indigente y sus integrantes podían comer todos los días cuatro comidas diarias que les aportaran las calorías necesarias  en materia de requerimientos energéticos; o si con $ 1588 ese mismo hogar dejaba de ser pobre, es decir que además de comer, y comer bien, podía cubrir gastos en los rubros vestimenta, transporte, educación, salud, vivienda, etc., de los cuatro integrantes.

Cabe destacar que los artificiosos indicadores oficiales vienen a corroborar, fácticamente, un hecho por demás concreto: en nuestro país hay, al menos, casi medio millón de argentinos que no pueden cubrir cuatro comidas diarias y más de un millón y medio que son pobres. Esos son los pisos de población pobre e indigente que (sobre)viven en nuestro país.

Por suerte, la mentira tiene patas cortas. Con $ 6 diarios no se come.

En este sentido, y en este contexto, las infelices declaraciones realizadas por Cristina Fernández ponen en evidencia que para ser gorila no es necesario asistir a marchas como el 8-N solamente. Bien se puede formar parte de un gabinete, de una multitud de aplaudidores acríticos, de un séquito de gobernadores genuflexos, de legisladores bocones, de periodistas mercenarios al servicio del poder, etc.

¿Cuántos gorilas habrá en Argentina? ¿Serán tantos como nos quieren hacer creer? La verdad, no lo sé. Pero habría que ver si sumando -los de un lado y otro- alcanzan a igualar a la gran masa de personas con hambre que viven en la Argentina. No creo. Pero bueno, esa es mi opinión.

Una última aclaración, cuando hablo de vidas de perros me refiero a las vidas frívolas de aquellos indolentes que gobiernan, de los que detentan y ostentan el poder no para transformar la realidad sino para beneficiarse de ella.

No me refiero a las vidas de todos aquellos que estoicamente soportan el hambre y mil penurias más. Esas, que mansamente aguantan. Y que, muchas veces, lo hacen sin decir palabra a pesar de que las tripas crujan. Esos millones de vidas, que en apariencia son corderos pero que en realidad poseen una esencia de leones.

¿Cuánto creen que duraría la jauría de perros si tuviera que vivir como los leones? No creo que mucho, aunque los gorilas quizás resistan un poco más. En la ley de la selva siempre sobrevive el más fuerte.


Carlos Mariano Poó

sábado, 10 de noviembre de 2012

Intersecciones

La masiva movilización del 8N representa un nuevo hito en el aprendizaje que amplios sectores de la población argentina vienen haciendo sobre la protesta social, la lucha económica y la lucha política. Las demandas son diversas, y cada una de ellas está íntimamente relacionada con graves problemas que afectan a la mayoría de los argentinos.

Probablemente, la inseguridad, junto con la inflación; la demanda de una justicia independiente; las consecuencias de la sintonía fina; y los amagues re-reeleccionistas son algunos de los tópicos más importantes por los que millones de argentinos han pasado de discutir la política en una mesa de café o en la sobremesa familiar a plantearla, abierta y masivamente, a los ojos del conjunto de la sociedad. Digo algunos porque creo que hay muchos motivos más: el cepo al dólar, sin dudas; pero también el 82% móvil para los jubilados; el hartazgo por el doble discurso; la sanción de leyes contra las libertades del pueblo (Ley antiterrorista); la abierta represión y criminalización de la protesta y la corrupción del “capitalismo de amigos” que hiere, mutila y mata como amargamente comprobamos en febrero de este año con el accidente ferroviario del Sarmiento en la estación Once.

En nuestro país, la protesta política y social y la lucha económica vienen transitando, al menos todavía, por andariveles separados. Aunque, vale la pena aclarar, distintos actores vienen intentando coordinar una unidad que siempre será la más amplia unidad posible bajo las circunstancias y el tiempo que nos tocan vivir.

Por un lado, la lucha económica moviliza a una gran parte del movimiento obrero organizado. Las principales centrales sindicales (CGT, CTA y CGT Azul y Blanca) del país vienen trabajando de cara a un paro nacional activo para el 20 de noviembre junto a otros sectores del movimiento obrero como los trabajadores desocupados (CCC, Barrios de Pie, MST Teresa Vive). Paro nacional activo que cuenta con la adhesión  de otras organizaciones sociales, por ejemplo de aquellas que están vinculadas a la cuestión agraria y la problemática de la tierra (Pueblos Originarios en Lucha, Federación Nacional Campesina y Federación Agraria Argentina) y el movimiento estudiantil (FUA). El programa del nuevo paro se discute en base a los puntos programáticos que fueron acordados en el paro del 10 de octubre pasado, organizado y convocado por la CTA y que además contó con la adhesión del gremio de camioneros.

Un dato importante para tener en cuenta es que la lucha económica está llevando, con su desarrollo, a que la clase trabajadora argentina ocupe, nuevamente, el centro de la escena. Y digo nuevamente porque no es la primera vez que esto sucede en nuestro país. Los memoriosos recordarán.

Por otro lado, la protesta política y social del 8 de noviembre creció mucho desde la última movilización del 13 de septiembre último. Se robusteció la participación ciudadana y mostró una gran coordinación organizativa en los días previos a la convocatoria, fundamentalmente a través de las redes sociales. Capacidad que ya había sido demostrada en la anterior movilización, pero que en esta oportunidad fue puesta a prueba y tuvo que confrontar con el accionar también deliberado de los cibermilitantes y los simpatizantes del gobierno que utilizan habitualmente las redes sociales. Prueba que fue superada y que demostró cuan vanos y desesperados pueden llegar a ser los intentos del poder por desalentar la participación popular. Poder que cuestionó y aún cuestiona la legitimidad de la protesta por algunas de sus expresiones y formas sin detenerse en las causas que le dieron origen.

A la masividad de la protesta política y social debemos agregar su repetición en varios centros urbanos (grandes, medianos y pequeños) lo que da una idea del sentir de millones de argentinos del interior que por lo general no somos visibilizados por los medios masivos de comunicación, tanto los opositores al gobierno pero también los medios oficialistas, y que materializan un federalismo que en los últimos tiempos ha sido fuertemente abrumado, e incluso sometido y mancillado, por el gobierno central. Opresión que solo se entiende y se explica en la incomprensible pasividad de la mayoría de los gobernadores de provincias. Hecho que contrasta notablemente con el sentir de sus pueblos que rechazan el centralismo unitario del gobierno nacional.

Increíblemente, la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández, muy lejos de tomar nota de lo sucedido el jueves 8 de noviembre lo minimizó: "Ayer se produjo un gran hecho: se eligió un nuevo presidente en la República China", declaró al día siguiente.

De sus dichos solo se puede desprender una conclusión: el gobierno ratifica el rumbo, ya que por una parte no se hace eco del reclamo popular, mientras por otra parte hace mención al principal socio estratégico del modelo sojero agroexportador argentino y al cual los gobiernos kirchneristas, los terratenientes, los pooles de siembra y el capital financiero que viene desplazando al pequeño y mediano capitalismo agrario nacional deben mucho: el imperialismo chino.

Aunque vale la pena aclarar que si el camino de la protesta social y política tiene intersección con el de la lucha económica, en Argentina existen grandes posibilidades para que la lucha obrera y popular, tonificada por la unidad de acción, genere excelentes condiciones para que el pueblo argentino avance, desnudando la verdadera esencia del gobierno: ajuste, inflación, crisis, inseguridad, represión y criminalización de la protesta. Esencia que aún hoy, el gobierno logra ocultar, aunque cada vez con mayor dificultad, detrás de la apariencia de un gobierno progresista, nacional, popular y preocupado por los derechos humanos.

Si eso sucede, una nueva etapa se abrirá. Porque como decía el Che Guevara: "Si el presente es de lucha, el futuro es nuestro".


Carlos Mariano Poó